Por Diego Heredia | Asesor del Diputado Eduardo Fernández | Enviado Especial a Bolivia
Con el 55 por ciento de los votos, el MAS – IPSP volverá a gobernar en Bolivia. El Movimiento al Socialismo (MAS) ganó de manera contundente (le sacó más de 25 puntos de diferencia al frente Comunidad Ciudadana), y Luis Arce Catacora asumirá como nuevo presidente.
La derecha, que a través de un gobierno de facto estuvo un año en el poder, no logró consolidar una propuesta sólida que pudiera hacerle frente a la fuerza que tuvo como jefe de campaña a Evo Morales. En un país convulsionado por la violencia social, la crisis económica y la pandemia, Arce Catacora apeló a la esperanza de recuperar la estabilidad con una fuerte base popular y con un llamado a la unidad nacional.
Propuesta
El escenario electoral se polarizó entre el proyecto del MAS y el de la derecha personificado en Carlos Mesa Gisbert (Comunidad Ciudadana), reciclado candidato que fue presidente entre 2003 y 2005 y que renunció dos veces a su cargo en medio de una gran crisis. En la previa, Mesa se vio beneficiado por la renuncia de las candidaturas de distintas listas que plantearon que no había que dispersar el voto opositor a Arce, entre ellas la de Jeanine Áñez. Pero eso no se tradujo en los resultados.
Por su parte, Luis Arce y David Choquehuanca construyeron un binomio con un proyecto convincente, en una campaña donde basaron su propuesta en la recuperación económica y en el llamado a la unidad nacional.
Este concepto se cimentó, por un lado, en los antecedentes del presidente electo, que durante más de diez años fue el Ministro de Economía de Evo Morales, donde se ganó el título de “padre del milagro económico boliviano”. Por otro lado, en la experiencia del Vicepresidente electo que, con gran arraigo entre las bases, tuvo un importante papel en el armado político.
Además de la solidez del proyecto, el MAS contó con una excelente estrategia electoral. Logró fortalecerse en la ciudad de La Paz donde no gobierna, consolidó una contundente ventaja en El Alto y ganó departamentos claves. Esto fue posible gracias al trabajo de los candidatos y de Evo Morales que, a través de una plataforma de llamadas virtuales, logró concretar cientos de reuniones para fortalecer la alianza con las organizaciones sociales de Bolivia.
De esta manera, luego de haber sufrido un golpe de Estado en su contra, el espacio político logró crecer a partir de un gran proceso de unidad interna, donde tanto Arce como Choquehuanca encabezaron una sincera autocrítica hacia dentro de la fuerza, lo que permitió que luego de un obvio proceso de desgaste, importantes dirigentes vuelvan a participar.
Transformación
Ante las intensas provocaciones de una derecha violenta y racista, una de las mayores virtudes del MAS-IPSP fue volver a las bases que le permitieron ganar tantas elecciones. Con un mensaje de paz y una convocatoria a una amplia unidad nacional, Arce busca volver a un proceso de armonía social que permita llevar adelante el proyecto de recuperación.
La contundencia del triunfo, a priori, le brindaría una fuerte espalda al MAS para lograr el objetivo de disminuir esa violencia cívica. La derecha comienza un proceso de reestructuración, aunque eso nunca es garantía de que se termine la violencia en las calles, ya que se pone en juego, entre otras cosas, el destino de los importantes recursos naturales bolivianos.
Luego del desprecio de un sector de la población sobre la identidad originaria de Bolivia, renace un proyecto que, a partir del proceso de cambio del orden, busca que el pueblo recupere la dignidad ganada. El país latinoamericano comienza una nueva etapa en medio de un contexto económico y social muy difícil. Para afrontarla, nuevamente será fundamental el rol protagónico de las bases.