Por Alicia Clérico | Vicepresidenta del PSol Córdoba | Vicepresidenta de la Coopi
Precandidata a Diputada Nacional por el Partido Solidario en el Frente de Todos
Por estos días con picos de contagio de Covid 19 y ocupación de camas UTI en alerta máxima, varias provincias reportan saturación del sistema, entre ellas Córdoba. Por eso, desde Nación se trabajó en un DNU con consenso de los gobernadores que entró en vigencia, respondiendo a la difícil situación del momento.
La racionalidad hizo que, aunque de manera tardía para el caso de Córdoba, se adhiriera con alguna variante federal. Tal vez una intervención prematura hubiera evitado la presión sobre el sistema sanitario con menos contagios y menos muertes como saldo.
Sabemos que algunos sectores de la sociedad no cumplen las medidas de prevención y distanciamiento, esto ya ocurrió en otros países y con apelar a la responsabilidad individual no alcanza. Los controles tienen que ser estrictos.
Un Plan Nacional de Vacunación a toda máquina
Mirando desde el inicio de la pandemia, podemos decir que en la primera ola se logró preparar el sistema sanitario proveyendo más camas, insumos y equipamiento. También se coordinó el accionar conjunto entre los sistemas público y privado, se pudo contener la transmisión en aquellos sectores del conglomerado urbano con mayores carencias, se retrasó el pico de la pandemia y se logró que no haya colapso sanitario.
A pesar de todo el esfuerzo del Estado, la oposición y los medios aliados fogonearon la idea negacionista sobre la pandemia, con el fin de defenestrar y entorpecer el plan de vacunación.
La cuestión es que después de un lapso de relativo control y mientras la mayoría de la población adulta mayor ya había recibido la primera dosis, miramos con esperanza cada avión que llegaba con vacunas, y entre el debate de la compra de las mismas y la provisión de la vacuna argentina-mejicana llegó la segunda ola que vino con más fuerza. Pasamos del aislamiento al distanciamiento y esta etapa nos encontró cansados, con agotamiento del personal de salud, con deterioro económico y trajo más infectados y más muertes.
Ahora los aviones que transportan vacunas llegan con mayor regularidad superando los 20 millones de vacunas arribadas, y con casi el 30 por ciento de vacunados por estos días se convocan a adultos de edad media y jóvenes. Gracias a un Estado nacional presente y a un enorme esfuerzo del personal de salud, el plan de vacunación es exitoso.
La pregunta es: Cuando salgamos de todo esto, ¿seremos una sociedad diferente? ¿Tendremos una sanidad diferente? ¿Un país económicamente diferente? ¿Qué hubiera ocurrido si el Estado no hubiera intervenido con planes, medidas y leyes para paliar esta situación?
En las próximas elecciones se ponen en juego dos modelos políticos, económicos, sociales y culturales antagónicos. Uno que apunta a recuperar la producción y el trabajo, con distribución progresiva para disminuir la desigualdad, y con políticas sanitarias que promuevan un sistema eficiente y equitativo. Y el otro que implementa políticas regresivas en beneficio de una minoría y que genera mayor desigualdad. El camino, nuevamente es el del Frente de Todos.