Por Eduardo Fernández
Durante la semana, atento al compromiso asumido en la campaña en la que me tocó encabezar la lista de diputados del Frente de Todos en 2019, me reuní con compañeras y compañeros de San Francisco y del Departamento San Justo. El objetivo fue charlar sobre la situación de nuestro Frente y poder proyectar acciones políticas.
Más allá del contexto de campaña, en el diálogo con ese grupo, con intendentes, con dirigentes cooperativos y con vecinas y vecinos de toda la provincia, me queda claro que esta campaña nos da la oportunidad de fortalecer el proyecto nacional, a partir de la contención de diversas iniciativas locales y regionales que, dirigentes y militantes, construyen a diario en busca de mejorarle la vida a cada habitante de la provincia.
Este Frente de Todos, que sin dudas debe seguir aprendiendo de sus errores y corrigiendo algunos aspectos, es el espacio que puede devolverle la esperanza a las y los argentinos a partir de un modelo solidario que construya cada vez más igualdad y equidad. No podemos volver a las recetas aplicadas por el macrismo, y sólo nuestro Frente tiene la capacidad de cambiar ese rumbo que pretende Juntos por el Cambio.
La oportunidad
Luego de los meses en los que la pandemia impidió que las actividades políticas se desarrollaran bajo los parámetros de la vieja normalidad, a partir de esta apertura paulatina de actividades tenemos la oportunidad de reencontrarnos, con el mayor de los cuidados, en espacios de pensamiento y articulación política.
En este sentido, más allá del aporte que hagamos al proyecto nacional los espacios políticos que integran el Frente de Todos en Córdoba en términos de logística electoral, surge la imperiosa necesidad de profundizar los debates sobre la provincia que queremos, y aportar desde ese lugar también el contenido.
La situación de Córdoba es preocupante. Tenemos una deuda monumental e índices alarmantes como el desempleo que en la capital y alrededores es uno de los más altos del país al igual que la pobreza. En el resto de la provincia, por su parte, la planificación y el apuntalamiento de la producción y el trabajo asociativo necesitan tratarse con urgencia. Precisamos políticas integradoras, que busquen reducir la desigualdad y que fortalezcan una relación armónica con el ambiente.
Esta elección nos brinda la oportunidad no sólo de renovar nuestro compromiso con un proyecto político que ha beneficiado a Córdoba como no se ha visto desde hace muchos años, sino también de aportar una mirada construida desde nuestro lugar, para enriquecer nuestras propuestas y nuestras miradas, con una actitud mucho más generosa con los sectores que aportan a esa diversidad.
Debemos profundizar el debate político. Nunca se construyó nada desde el odio y la oposición irracional, por eso aquellas y aquellos que no aportan propuestas sino discusiones basadas en la moral de la doble vara, le toman el pelo a Córdoba. Nuestra provincia tiene una importancia vital en la reconstrucción argentina y tenemos mucho que expresar.
En esta línea, debemos comprometernos con las miradas regionales. Es tiempo de sentar las bases de un proyecto popular para Córdoba, que una y que no excluya, y que entienda a la unidad como el camino para cambiar la vida de las y los millones de cordobeses que necesitan recuperar la dignidad.
